24 de marzo: Memoria verdad y justicia

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La larga noche de la dictadura cívico militar comenzaba un 24 de marzo de 1976, con el golpe de Estado y la imposición del silencio aterrador del Estado de Sitio. Por ello, el 24 de marzo se constituye como un lugar de memoria que nos convoca a no olvidar, a continuar con la búsqueda de verdad y de justicia que como sociedad nos debemos. Todos los lugares de memoria se construyen a partir de una realidad histórica y otra simbólica. La realidad histórica del Estado Terrorista se articuló como un dispositivo concentracionario de poder cristalizado en el imaginario colectivo simbólico de la sociedad argentina. Pierre Norá, sostiene que los lugares de Memoria nacen y viven del sentimiento, de que no hay memoria espontánea, que tenemos que crear archivos y que debemos mantener los aniversarios, porque la memoria es una construcción colectiva. Todos de un modo u otro somos “emprendedores de la Memoria”, en la medida que reclamamos como ciudadanos, la Verdad, la Justicia, la elaboración de conmemoriaciones como ésta, identificando al mismo tiempo las marcas de un pasado reciente, doloroso y aún abierto que nos interpela y nos impone la reflexión ética y política. Hoy, nos convoca esta fecha entendiendo que esta memoria es la que nos permitirá abrir el recuerdo a la analogía para extraer lecciones, convirtiendo al pasado en un principio para la acción, en el presente. Puesto que el pasado debe habilitar la comprensión del presente…a partir de entender, que la memoria es exigente, tiene algo de subversiva, es inoportuna, pero siempre, ejerce la incómoda enseñanza de observar en el presente, los posibles peligros del olvido…

Sin lugar a dudas, como educadores, tenemos el enorme desafío de llevar adelante “los trabajos de la Memoria”, pensando, reflexionando, recuperando, en un doble movimiento, la historicidad de lo que recordamos, reconociendo el sentido que en su momento tuvo para los protagonistas, a la vez, que revisitamos el pasado como algo cargado de sentido para el presente. Sólo así podremos elaborar la memoria desde lugares activos, de auténtica transformación, y de insondables búsquedas de sentidos del pasado con proyección de futuro: “resignificando este lugar de memoria”.

Por todo ello la plenitud del “nunca más” no admite la levedad del argumento reflexivo. Es una exigencia, una condición indiscutible para que el mundo siga siendo posible. Posee el tono de lo definitivo, el límite infranqueable, la verdad trágica… Nunca Más, se repetirán los hechos que la muerte ha clausurado. Nunca más es un llamado a la memoria, nunca más olvidar lo que ocurrió, es una invocación a la necesidad de transmitir lo vivido para evitar las condiciones que hicieron posible aquello abominable…

Así, el 24 de marzo debe ser visualizado como un lugar de memoria cerrado en su identidad, pero permanentemente abierto a nuevas significaciones y resignificaciones desde la luminosidad del presente. Un presente que nos demanda como ciudadanos de un estado democrático la responsabilidad del cuidado del otro desde la solidaridad, la esperanza y el respeto. Y eso es también una construcción colectiva que tendremos que llevar adelante.

Texto: Prof. Liliana Montenegro.

Foto: Horas previas al Golpe de Estado. Plaza de Mayo, madrugada 24 de marzo de 1976. Autor: Puchi Vazquez